Puedes leer cientos de los libros, ver miles de tutoriales, escuchar decenas de podcasts y guardar todos los posts inspiradores que encuentres en redes sociales. Pero nada de eso importa si no pruebas y pones en practica lo que estás aprendiendo. Si no aplicas esas ideas, todo se queda en una ilusión, una fantasía. Un conocimiento superficial que desaparece con el tiempo. Un eco vago en la mente que nunca se convierte en experiencia real.
De hecho, muchas veces es mejor ver menos contenido, pero aplicar más. Porque el verdadero aprendizaje sucede cuando conectas esa idea que te llamó la atención con algo que estás viviendo, estudiando o soñando. Cuando pruebas algo en tu trabajo, en tu emprendimiento, en tu proyecto personal, y ves si funciona o no. Solo ahí empiezas a ver si algo funciona o no de verdad.
Porque puedes tener mil ideas geniales. Ideas que en tu mente pueden ser transformadoras, diferentes, incluso millonarias. Pero si esas ideas nunca salen de las cuatro paredes de tu casa, si nunca las compartes, si no las pones a prueba por miedo a fracasar, a que te las roben o simplemente por no saber cómo avanzar… seguirán siendo solo eso: ideas. Y créeme, el mundo esta repleto de millones de ideas millonarias que nunca se hicieron realidad porque las personas que las tenían nunca se atrevieron a empezar.
La única forma de convertir una idea en algo real es lanzándola. Probar. Ver qué pasa. Aprender. Ajustar. Y volver a lanzar. Esa es la clave para encontrar lo que funciona. Y aunque es normal que al inicio uno quiera tener todas las respuestas antes de empezar, la certeza de que todo va a salir bien, la verdad es que eso nunca llega. Porque la claridad no aparece antes de tomar acción. Aparece mientras estás en movimiento.
Esto lo he vivido en carne propia. Antes, también era de los que se quedaban sobre analizando. Esperando el momento perfecto. Hasta que me di cuenta de que ese momento no existe. Desde que me lancé como emprendedor digital, todo cambió. Fracasé, aprendí, corregí, volví a intentar. Sigo aprendiendo, pero ya no tengo miedo. Me muevo. Lanzo cosas. Hablo con desconocidos. Creo proyectos. Hago campañas. Y en cada intento hay una pequeña victoria. Un dato. Una respuesta. Un paso adelante.
En este camino he visto personas muchísimo más inteligentes que yo, con talento brutal, con ideas increíbles… que nunca se atreven. Que se paralizan por miedo o perfeccionismo. Que esperan una validación externa que nunca llega. Y eso es triste. Porque tienen todo el potencial, pero no se mueven. Por eso hoy quiero compartir contigo cómo cambié esa mentalidad, cómo me ha ayudado en los últimos años, y sobre todo, cómo tú también puedes aplicarlo en tu negocio o en tu vida con una simple regla: “Rack the shotgun.”

1. Rack the Shotgun: dispara, prueba, intenta antes de ir all-in
Esta frase me impactó la primera vez que la leí en 80/20 Marketing de Perry Marshall. Fue hace unos tres años, y hoy que estoy releyendo el libro, volvió a hacer clic de forma más profunda. “Rack the shotgun” significa algo muy simple pero poderoso: antes de lanzar un producto, servicio o idea, prueba cómo reacciona tu audiencia.
No construyas en el vacío. No apuestes todo tu tiempo o dinero sin antes haber probado si hay alguien ahí afuera interesado en lo que estás creando. Eso es “rack the shotgun”: hacer un pequeño movimiento, un disparo de prueba, para ver si alguien responde. Y puedes hacerlo de muchas formas. Una encuesta. Un post con una pregunta concreta. Un email con un call to action. Un prototipo simple. Una conversación directa. El objetivo es el mismo: medir la reacción antes de comprometer todos tus recursos.
Por ejemplo, si estás pensando en crear una herramienta que ayude a otros solopreneurs a organizar su día, podrías preguntar directamente: “¿Quién usaría una herramienta que te ayude a priorizar tus 5 tareas más importantes cada mañana?” Esa simple pregunta ya te da datos. Si nadie responde, tal vez la idea no interesa. Pero si varios comentan, se interesan o la comparten, ahí tienes una señal clara.
Yo he aplicado este concepto varias veces, pero uno de los ejemplos más recientes fue al organizar un evento presencial del Instituto de Comunicación (ICO) en la ciudad de Stuttgart. No conocía a nadie allí. No tenía contactos. Pero sabía que necesitaba probar. Así que creé una campaña con una propuesta clara: un encuentro presencial para hispanohablantes que quieran mejorar su comunicación saliendo de la zona de confort. Invertí apenas 2 euros al día, durante 8 días. ¿El resultado? Más de 25 personas interactuaron con el anuncio, 7 me escribieron por mensaje directo, y finalmente 11 personas asistieron al evento. Y lo más bonito: ¡ninguna me conocía de antes!
Ese evento fue posible porque me lancé a probar. No esperé a tenerlo todo perfecto. No esperé tener certezas. Puse a prueba la idea con una propuesta clara, una campaña mínima y una acción concreta. Y lo más importante: estuve atento a quién levantaba la mano.
Lo mismo aplica cuando estás pensando en crear un lead magnet, un curso online, una membresía o incluso un software. Antes de desarrollar todo, puedes lanzar una versión mínima de tu solución: una pequeña parte que resuelva un microproblema y que sea parte del camino hacia la solución mayor. De esta forma, puedes validar si la idea interesa, si hay demanda, si la gente reacciona.
Puedes también lanzar tres versiones de esa microidea y ver cuál despierta más atención. Esto es muy común en marketing digital: cuando lanzamos una campaña, no sabemos qué versión será la ganadora. Así que se testean varias creatividades, varios textos, distintos enfoques… y luego los datos te dicen cuál funcionó mejor. A veces la que menos esperabas es la que genera más clics, más comentarios o más ventas. Y eso te da dirección.
📌 LOGOS: Este principio no es solo una metáfora. Tiene lógica comercial: si lanzas tres versiones de una idea y una tiene 10 veces más respuesta, ya sabes dónde enfocar tu energía. Así optimizas recursos, tiempo y decisiones.
Pero cuidado con una trampa común: pensar que tus gustos son los mismos que los de tus clientes. Muchas veces lo que tú comprarías no es lo que tu cliente ideal compraría. Por eso, no decidas desde la teoría. Decide desde la validación.
En resumen: no construyas en silencio esperando que un día alguien aparezca. Sal allá afuera. Prueba. Habla. Mide. Ajusta. Y luego, cuando tengas datos reales, apuesta con más confianza.
2️⃣ De la teoría a la acción (o no pasa nada)
Puedes leer sobre cómo hablar en público. Puedes ver videos de las mejores TED Talks, de los mejores oradores del mundo. Puedes escuchar podcasts sobre técnicas de persuasión o retórica. Pero hasta que no te subes a un escenario, no vas a saber de verdad cómo se siente estar ahí, parado frente a un grupo de personas que esperan algo de ti.
Lo mismo pasa con las ventas. Puedes estudiar cursos, preparar guiones, grabarte cien veces practicando frente al espejo. Pero hasta que no haces tu primera llamada, no lanzas tu campaña o no comienzas a ofrecer tu producto públicamente, todo sigue siendo una simulación. Un sueño. Una fantasía en tu cabeza.
Recuerdo muy bien cómo empezó mi camino online. En ese momento, decidí ofrecer servicios de diseño web y manejo de redes sociales. No tenía mucha experiencia, pero sí algo de preparación y convicción. Me lancé a contactar conocidos, uno por uno. Recibí muchos “no”, pero con uno solo que me dijo “sí”, todo cambió. Esa persona me dio la oportunidad de mostrar lo que sabía, confió en mí y pude empezar. Y lo mejor: ese primer cliente me refirió a otros. Todo eso ocurrió porque me atreví a enviar un mensaje. Sin saber si iba a funcionar. Pero funcionó.
Otro momento clave fue cuando lancé mi primer e-commerce. Recuerdo perfectamente la primera venta que obtuve. Fue con una campaña de pósters de Harry Potter. Invertí en publicidad sin saber qué pasaría. Y cuando llegó ese primer pedido, sentí un despertar interno. Como si algo se activara. Era real. Era posible ganar dinero online. Y aunque ese negocio luego no despegó como esperaba, esa validación fue suficiente para reforzar mi confianza. Fue la prueba que necesitaba para seguir apostando por el mundo digital.
Hoy combino mis servicios para solopreneurs con herramientas de automatización, sistemas de contenido y affiliate marketing. Pero todo lo que estoy haciendo ahora partió de lanzarme, de probar, de buscar a quién podía servir con lo que sé hacer. Esa es la única manera de avanzar.
Lo mismo me pasó con algo más reciente, mi experiencia con el Instituto de Comunicación. Hace un año, entré como alumno. Aprendí muchísimo. Mejoré mi comunicación, empecé a grabar videos con estructura y seguridad, pulí mi forma de expresarme. Y hace apenas tres meses, me postulé como embajador del programa. Grabé un video, conté mi experiencia… y fui seleccionado para liderar la comunidad de habla hispana en Alemania. ¿Sabes lo que eso significaba para mí? Nunca en mi vida había organizado un evento abierto al público. Yo era alguien reservado, tranquilo. Mi mayor “evento” hasta ese momento había sido invitar a amigos a ver fútbol en casa. Nada más.
Y sin embargo, ahí estaba yo, organizando un evento en Frankfurt… y luego otro en Stuttgart, una ciudad donde no conocía a nadie. En Frankfurt tenía contactos, estaba en grupos de WhatsApp de latinos y españoles. Pero en Stuttgart no. Cuando intenté publicar en los grupos locales, no me dejaron. ¿Qué hice? Probé algo nuevo: lancé una pequeña campaña con dos euros al día para testear si había interés. En una semana, obtuve 25 likes, 5 comentarios, 8 mensajes directos. Y no me quedé ahí: interactué con cada persona, invité al evento, envié el formulario, los animé a unirse al grupo de WhatsApp.
El día del evento llegaron 12 personas. Doce desconocidos con ganas de mejorar su comunicación. Doce personas en una ciudad donde yo no conocía a nadie. ¿Qué hubiera pasado si no hacía nada? ¿Si me paralizaba por no tener certezas? Posiblemente no hubiera llegado nadie. Pero todo cambió por atreverme a lanzar algo, aunque fuera imperfecto. Por salir del modo pasivo y pasar a la acción.

Esa es la esencia de este mensaje. Puedes tener ideas geniales, talento, preparación… pero si no pruebas, si no te lanzas, no pasa nada. Nada cambia. Y eso aplica a todo: mejorar una habilidad, lanzar un producto, hablar con desconocidos, conocer gente nueva, grabar tu primer video. Todo requiere ese primer paso. Proactividad. Movimiento. Acción real. Porque ahí —y solo ahí— es donde ocurren los verdaderos aprendizajes.
3️⃣ Todo en los negocios digitales es prueba
Nada está garantizado.
Ni el lead magnet.
Ni el video.
Ni el anuncio.
Ni el funnel perfecto.
Ni siquiera ese producto digital en el que llevas semanas trabajando con tanta ilusión.
Y por eso, la única forma real de avanzar en el mundo online es adoptar una mentalidad de experimento. De prueba constante. De iteración rápida. Porque al final, lo único que te da verdadera claridad es ver cómo responde el mundo real.
¿Tienes una idea de producto? Habla con 10 personas. O con 50. Si ya tienes una lista de emails, lanza una encuesta. Si tienes seguidores en redes, haz una publicación simple: “Si ofreciera una guía sobre este tema, ¿te interesaría?”. Las respuestas —o el silencio— ya te dirán mucho.
Puedes incluso plantearlo con más precisión: “Estoy preparando una herramienta que te ayuda a priorizar tus tareas en 5 minutos, ¿te gustaría recibirla gratis?”. Si ves clics, comentarios, mensajes privados, sabes que vas por buen camino. Si no, es momento de ajustar o cambiar el ángulo.
Y si lo que quieres es lanzar una herramienta o una solución propia, el enfoque es el mismo. En lugar de construir un producto completo, crea una versión mínima viable. Algo pequeño, específico, que resuelva una parte concreta del problema. Un primer paso útil que te permita validar si hay interés real.
De hecho, así nacieron mis Quick-Win AI Assets. Quería ayudar a otros solopreneurs como yo, pero antes de desarrollar un curso completo, decidí lanzar soluciones pequeñas, rápidas de usar, que entregaran valor en minutos. Y lo más importante: que me permitieran saber si había demanda real.
Y si estás en tus primeros pasos, ni siquiera necesitas crear algo desde cero. Puedes empezar promoviendo un software o producto que ya esté validado en el mercado. Si logras que la gente confíe en ti, si te posicionas como una fuente útil y clara, puedes generar ingresos incluso antes de tener una oferta propia. Yo lo hice. Y me enseñó mucho.
Pero todo esto, absolutamente todo, solo funciona si sales allá afuera. Si dejas de imaginar cómo “podría irte” y te atreves a probar en el campo de batalla. Porque no sabes si tu lead magnet va a gustar… hasta que lo promueves. No sabes si tu video va a conectar… hasta que lo publicas. No sabes si una campaña va a funcionar… hasta que inviertes unos euros y mides la respuesta.

Me ha pasado decenas de veces. He grabado videos que pensé que iban a volar… y no pasó nada. Y otros que grabé sin muchas expectativas, terminaron generando comentarios, suscripciones, mensajes. Lo mismo con los posts, los anuncios, los funnels. La única manera de saber si algo va a funcionar es ponerlo a prueba.
Y eso vale también para las campañas pagadas. Nunca lanzo una sola versión. Siempre creo al menos tres. Con distintos ángulos, diferentes textos, imágenes, hooks. Luego dejo que hablen los datos. A veces una tiene 10 veces más rendimiento que las otras. Esa es la que escalo. Esa es la que me dice: “por aquí es”.
Entonces, sí, puedes tener intuición, creatividad, buenas ideas. Pero si no las contrastas con la realidad, todo se queda en tu cabeza. Y lo que no se prueba, no se mejora. Y lo que no se mejora, no crece.
En los negocios digitales, como en la vida, probar es avanzar.
Adivinar, perfeccionar eternamente o esperar el momento ideal… es quedarte estancado.
4️⃣ Si no pruebas, no hay datos. Si no hay datos, no hay dirección.
Esto es fundamental. Si no pruebas, no sabes.
Y si no sabes, estás navegando a ciegas.
Probar es la única forma de obtener datos reales sobre si tu idea tiene sentido, si hay alguien allá afuera que la necesita, si realmente puedes construir algo que funcione. En cambio, cuando te quedas en tu mente, en tu casa, en tus notas, en tus suposiciones, todo sigue siendo eso: una hipótesis.
Sin datos, no hay dirección. No sabes si debes seguir, ajustar o cambiar completamente de camino. No puedes optimizar lo que no existe. No puedes mejorar algo que no ha salido de tu cabeza.
Y ese es uno de los mayores enemigos del crecimiento: quedarse estancado, atrapado en la duda. Preguntándote si tu idea era buena. Soñando con ese producto perfecto que algún día vas a lanzar. Protegiéndolo del mundo como si fuera un secreto millonario, pero sin mostrarlo jamás.
¿Y qué pasa con muchas de esas ideas? Terminan en el cementerio. En el cementerio de las grandes ideas que nunca vieron la luz. Y lo peor no es que no hayan funcionado. Lo peor es que ni siquiera tuvieron la oportunidad de ser probadas.
A mí eso me parece trágico. No saber si lo tuyo tenía potencial. Quedarte con la duda eterna de “¿qué habría pasado si me atrevía?”.
Por eso, hoy mi mentalidad es otra. La he construido a base de intentos, fracasos, aprendizajes. Desde que empecé como solopreneur he tenido que romper una y otra vez el patrón de sobrepensar. De querer tener todo perfecto antes de lanzar. De quedarme en modo pasivo, cuando lo único que genera movimiento es tomar acción.
Y eso también lo estoy aplicando en mi camino como comunicador. No solo en el mundo digital, donde puedes editar, pulir y preparar antes de lanzar, sino también en eventos, charlas y dinámicas en vivo, donde no hay tiempo para pensar tanto. Donde tienes que fluir, responder, adaptarte al momento. Donde solo hay una forma de avanzar: atreviéndote.
Por eso me gusta esta forma de crear contenido también. Tener una estructura clara, una idea potente, y luego dictar desde la experiencia, desde la emoción, desde la verdad. Sin esconderme. Mezclando estrategia y espontaneidad.
Hoy prefiero mil veces lanzar algo pequeño, ver que no funciona, y ajustar rápido… que pasar meses perfeccionando algo que nadie pidió. Porque lo más duro no es que algo fracase. Lo más duro es fracasar después de haber invertido meses de trabajo en algo que nunca fue validado.
Y ahí es donde vuelve a entrar la idea central: rack the shotgun. Testea antes de apostar todo. Lanza una idea mínima. Observa cómo responde la gente. ¿Hay interés? ¿Reacción? ¿Conversación? Entonces sí, vale la pena seguir.
Esta mentalidad aplica a todo. A salir a hablar con desconocidos. A invitar a alguien a una cita. A vender tus servicios. A grabar tu primer video. A probar un lead magnet. A mandar ese email que tienes en borradores hace semanas. A lanzar tu primera campaña pagada.
Aplica a todo lo que importa.
Porque al final, lo único que se interpone entre tú y tu próximo gran avance… es el miedo a probar.
Pero si pruebas y no funciona, al menos ya lo sabes. Ya no estás en la oscuridad. Y si sí funciona, puedes construir algo mucho más grande.
Sea cual sea el resultado, probar es ganar.
Sal a probar algo hoy mismo
Si llevas semanas —o incluso meses— dándole vueltas a una idea, esperando el momento perfecto para lanzarla…
Te tengo una verdad incómoda:
El momento perfecto no llega antes. Llega después de actuar.
Solo cuando te atreves a salir allá afuera, mostrarte, testear, ver qué funciona y qué no…
Solo entonces aparece el “timing” perfecto.
Porque el momentum se construye en movimiento, no en la teoría.
Así que hoy quiero invitarte a algo muy concreto:
Lanza un mini-test. Hoy mismo.
Haz una publicación sencilla en redes sociales y mira si la gente reacciona.
Haz una pregunta sobre un producto o servicio que estás pensando vender.
Empieza una conversación con un desconocido. Da un cumplido. Pregunta su nombre. Su historia. ¿A qué se dedica?
Quizá ahí encuentres la conexión que estabas buscando.
Anda a ese evento de networking al que no te has animado.
Publica eso que tienes en tus borradores.
Ese email que lleva días esperando el último empujón.
Pide feedback —no solo a tus amigos, sino a personas que saben del tema.
Ofrece valor. Comparte tu experiencia.
Graba ese video y publícalo.
Haz algo. Aunque sea pequeño. Pero hazlo. Porque si no te mueves, nada se mueve.
Y si no pruebas… no hay datos.
Si no hay datos… no hay dirección.
Y sin dirección… no hay crecimiento.
Recuerda:
Rack the shotgun.
Haz un pequeño disparo. Y observa quién responde.
Ahí empieza tu crecimiento real.
🚀 ¿Quieres más ideas como esta?
Si estás construyendo un negocio digital como solopreneur…
Y quieres aprender a:
- Crear contenido que conecte con la gente adecuada
- Vender productos digitales (tuyos o como afiliado)
- Usar sistemas que te ayuden a avanzar cada semana sin caos ni burnout
Entonces te invito a unirte a mi newsletter.
Además, como regalo, te dejo una herramienta gratuita basada en inteligencia artificial:
👉 Un generador de títulos y hooks para tus posts, emails, blogs o videos.
Está basado en el método que yo utilizo: CFC —Conexión, Foco y Claridad—.
Te toma menos de un minuto usarlo y te puede desbloquear decenas de ideas nuevas.
Tienes el enlace aquí abajo. Y ya sabes lo que sigue:
Muévete. Comprométete. Y haz que pasen cosas.
Nos vemos pronto.
– Martín
